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El Castro de Chao Samartín, en Grandas de Salime, fue tenido durante algún tiempo como ejemplo de la fundación tardía de los poblados fortificados asturianos, pues el peso, la abundancia y calidad de las manifestaciones culturales de época romana ensombrecieron, a los ojos de algunos arqueólogos, cualquier otra evidencia que pudiese ser interpretada como signo de su ocupación en tiempos anteriores a la conquista de astures, cántabros y galaicos por las legiones de Augusto, culminada en el año 19 a.C.
En pocos años, el progreso de la investigación en el yacimiento proporcionó evidencias que su historia se remontaba en realidad mucho más atrás con espectaculares descubrimientos de fases muy antiguas, con origen en el Bronce Final (unos 800 años antes de la llegada de Roma) y con monumentales creaciones a lo largo de los siglos posteriores, históricamente conocidos como Edad del Hierro, tiempo en el cual las gentes que habitaron el castro levantaron poderosas fortificaciones, construyeron una compleja red urbana de edificios y callejuelas, y crearon modelos arquitectónicos muy originales que habrían de generalizarse en buena parte de los castros del noroeste peninsular como los pequeños santuarios urbanos o saunas castreñas. Fue por todo ello un poblado singular, con una gran actividad artesanal y metalúrgica de la que dan buena prueba las joyas y otros instrumentos de orfebre hoy expuestos en el Museo Arqueológico de Asturias y el propio centro del Chao Samartín.
Era, sin embargo, la época romana la mejor y más abundantemente representada entre los ajuares rescatados. Materiales todos ellos de altísima calidad en su factura y, sin duda, de un elevado coste económico, lo que significaba, en primer lugar, el alto rango social de las familias que habitaban el lugar durante esos siglos y, en segundo, la integración del poblado castreño en las vías habituales de distribución de estos lujosos productos: cerámicas y vídrios itálicos, vajillas procedentes de alfares del Sur de la Galia o del valle del Ebro, una circulación monetaria notable y todo ello con indicios sólidos de un ambiente inequívocamente militarizado. Resultaba evidente que quienes habían protagonizado este periodo de la historia del castro formaban parte de grupos privilegiados muy próximos al poder romano.
Lo que no podían sospechar los arqueólogos era que esa proximidad expresada en sentido figurado encontraría refrendo real, inmediato y monumental ¡dentro de las propias murallas del castro!
Con el descubrimiento de la domus, denominación que se utiliza para los edificios de porte nobiliar en los que se reúnen funciones de orden doméstico con otros atributos de carácter social, económico y político que identifican el rango social de su dominus o señor, se confirmó definitivamente el alto rol administrativo otorgado por la Administración romana a este centenario asentamiento.
Os adjuntamos el enlace con las últimas informaciones aparecidas en la prensa regional
Descargar La Nueva España, 23 de julio de 2013
http://www.lne.es/verano/2013/07/25/romano-liebre-cuenta-historia/1446847.html
Asociación Amigos del Parque Histórico del Navia
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